Mi inquietud creativa me propuso el reto de materializar en tres dimensiones las figuras planas de mis dibujos, y así, del mismo modo que el diseño gráfico me condujo al desarrollo de toda mi obra gráfica, ésta me llevó al modelado del barro y la escultura que es mi trabajo más íntimo, donde sólo rigen el instinto y la libertad expresiva. Diseño, dibujo y escultura son tres caminos que se entrecruzan y por los que transito simultáneamente.
Desbordar el espacio plano de la pantalla del ordenador y trabajar en contacto directo con la materia supone una sensación de auténtica creatividad, como un latido profundo y ancestral. La obra, en momentos de máxima intensidad expresiva parece ir formándose así misma de una manera natural y fluida entre las manos. Cuando se deja de pensar en el planteamiento y los aspectos técnicos del trabajo surge espontáneo el impulso artístico, la esencia que dotará a la obra de alma y verdad para que pueda trascender al propio objeto creado, haciendo posible el establecimiento de una comunicación emocional con el espectador de una forma directa y sincera, que transmita sentimientos y no precise de un análisis intelectual para ser entendida.
La recreación de la figura humana es para mí una tarea infinita. El cuerpo humano es la arquitectura más impactante, la geografía más extensa, la mecánica más sofisticada. Es matemática y poesía y música y filosofía... El más eficiente y hermoso transmisor de emociones a través de su gestualidad y expresión.
Se corresponden a un período de búsqueda o de reencuentro conmigo mismo y con mi trabajo. Son figuras de transición que recuperan volúmenes de trabajos anteriores pero que significan, apoyadas en una dedicación más intensa a mis dibujos de acuarela, el germen de la siguiente etapa con figuras más estilizadas a las que llamo Aqueos.
Tras un 2019 muy ocupado en mi trabajo de diseño gráfico sin poder trabajar la escultura, este año resultó muy complicado a causa de la pandemia del COVID19 que como única cosa positiva me proporcionó el tiempo que en el anterior no me había tenido y pude volver a trabajar en mis figuras. El resultado son un buen reflejo de los duros momentos que vivimos durante el confinamiento y la pandemia.
Vuelvo a trabajar bastante desorientado, retomando trabajos que había empezado hacía muchos meses y habían quedado sin terminar.
Mi línea de trabajo se había roto en 2018 con la figura Roda Ne 377 .
Lejos de los cánones de una belleza formal, mis figuras pretenden ser universales. Cada una de ellas cuenta su historia, tan única y personal y a la vez tan común a la de las demás, que en realidad pueden ser todas la misma. Es una historia que nos habla de los sentimientos humanos, de dificultades y conflictos, de temores y de incertidumbres pero que pueden dejar también espacio para la esperanza en una interpretación subjetiva del espectador.
Esta es mi obra más madura y reflexiva. Aunque posiblemente sea la más inquietante, es también sin duda la más sincera.
La necesidad de disponer de una mayor libertad expresiva requería una figura de mayor tamaño y resistencia lo que me hizo abandonar mi técnica de construcción por piezas y comenzar a trabajar de una forma más ortodoxa mediante la realización de un esqueleto interno de varillas de hierro o acero. A la vez, incorporando materiales como el cemento, la cola o las resinas sintéticas refuerzo la masa con la que modelo. Estos cambios me permiten llegar a una mayor estilización de la figura y a poder trabajarla con un grado mayor de detalle y expresión.
En esta etapa mi prioridad era encontrar un acabado más potente de la obra que reforzara su presencia y le diera una mayor identidad. En mis trabajos anteriores utilizaba acrílicos y barnices pero en mi mente, ahora, tenía el color y la textura del óxido de los metales. Mediante el uso de polvo de bronce, hierro y estaño conseguí el acabado que deseaba. Mi trabajo se vuelve más emocional e intuitivo. Abandono las superficies lisas y pulidas y comienzo a trabajar en las texturas con un estilo libre y expresionista.
Es un momento de una búsqueda intensa en la evolución de mi trabajo. Hay mucha experimentación y los resultados van desde figuras más realistas hasta la esquematización más austera. Esta fase de investigación tendrá como resultado, en mis figuras posteriores, un estilo más propio y personal.
Mi interés por desarrollar la forma de construir el movimiento y la expresión del cuerpo humano obvia la existencia de las caras y su gestualidad. Considero que dan demasiada información y distraen la atención y hasta unos años después no comencé a considerarlas como una parte importante de la obra. Este ocultamiento de las caras mediante el uso de máscaras abrió, paradojicamente, un nuevo camino de interés en mi trabajo, aunque es un camino aún pendiente de recorrer.
La figura plana se retuerce para crear un movimiento realmente tridimensional y me encamino hacia una representación más humanizada, esbozando partes de la anatomía como las caras, las manos o los pies. El dinamismo,
el grabado de marcas e inscripciones jeroglíficas y el uso de cuerdas y otros elementos, como venía haciendo en las figuras precedentes, van aumentando el grado de conceptualización de la figura.
Cíclopes y Heraldos
2009 · 2012
Son una translación directa de mis dibujos geométricos. Utilizo una técnica de construcción por piezas que posteriormente ensamblo en una arquitectura minimalista, llevando la figura en algunos trabajos desde el figurativismo esquemático al borde de la abstracción e incorporando elementos como la cuerda y el alambre para dotarlas de un mayor simbolismo.
Primitivos Anteriores a 2009
Son mi primer acercamiento a la representación de la figura humana. No tenía entonces ninguna metodología de trabajo y la mayor parte de estas figuras son sólidos monolitos muy rudimentarios, moldeados en arcilla en una única pieza y hechas de forma muy ocasional, mediando varios años entre ellas.
